nadie me había
invadido
con palabras.
Una invasión
pacífica,
una invasión
heroica.
Palabras
que jamás
mis oídos habían escuchado.
Palabras
que
visten mi piel,
palabras
que
desnudan mi alma.
Llegan hacia mí,
oraciones completas
que son
una auténtica declaración de
intenciones.
Sujetos que me aman,
verbos que solicitan pasión,
adjetivos que embellecen
a cada sustantivo
que
acompañan
y adverbios,
casi siempre de tiempo,
con la única intención
de alargar la situación.
Corro el peligro
de
acostumbrarme
a que me hable así,
sin pudor,
sin decoro,
ni vergüenza
porque
hay que ser muy valiente
para pronunciar,
mirando a los ojos,
No hay comentarios:
Publicar un comentario