no estoy acostumbrada
a que me inviten
a beber
gotas de rocío
recogidas
a primera hora
de la mañana.
No,
no estoy acostumbrada
a que alguien
se acuerde
de preguntar a la luna
si
cada noche,
puede
reflejarse en el cristal
de mi ventana.
No,
no estoy acostumbrada
a que piensen
en mí
como lo haceN
el pintor con sus acuarelas,
el escritor con las palabras
o
el músico que conocí
con su violín.
No,
no estoy acostumbrada
a recibir,
por sorpresa,
un ramo de primavera
una tarde
fría y lluviosa
de otoño
acompañado de una nota
en la que puedo leer
que
lo que más duele
es la falta de tiempo
para estar
junto a mí.
No,
no estoy acostumbrada
a
que me quieran como yo quiero,
en exceso
y
sin medida.
Ya
me había convencido
de que ese tipo
de personas
no existían
y,
lo más increíble
y
maravilloso
es que,
además de existir
se haya fijado
en mí.
Photo by Masao Yamamoto
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