noto
como lentamente
mi cuerpo
ha comenzado
a diluirse.
Al principio,
no entendía
qué pasaba
pero
es un hecho
que,
poco a poco,
pequeños fragmentos
de mí,
se están disolviendo
en un líquido
transparente
que entra
en mi habitación
por la ventana.
Cuando quiero darme cuenta,
convertida ya en agua,
desciendo las escaleras
de mi casa
y
me dejo llevar
por la cuesta de la calle
que me conduce
a ti,
mi afluente.
Susurraste, entre burbujas,
que hacía tiempo
que esperabas mi llegada.
Me dijiste
que te habías enamorado
de mis ojos verdes
cuando, de niña,
me asomaba
por el puente
desde el que te lanzaba
hojas en otoño
y,
que me querías
porque jamás
te había dañado
con piedras
o
con guijarros.
Desde ese momento,
yo,
convertida en riachuelo,
me fundí contigo, afluente
y juntos recorrimos
tu cauce,
hasta localizar un meandro,
porque
ya jamás quisimos
desembocar en el mar
y
tener que que separarnos.
Photo by Rosanna Jones
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