Photo "Tulip". 1984, by Robert Mapplethope

Photo by Lissy Larichcia
"Me doy a mi misma buenos consejos pero rara vez los sigo"...
Lewis Carrol "Alice in Wonderland"

miércoles, 30 de noviembre de 2016

"CUARENTA DÍAS" (M.A.M.)

Solo llevaba
un año y medio
pre jubilado.
Jamás olvidó los ejercicios
diarios con su violín.
Le recuerdo con el periódico
en su atril,
al lado de las partituras.
Yo le veía triste.
Siempre pensé que añoraba
los ensayos, los conciertos,
los aplausos del público
y, sobre todo,
echaba de menos
a sus compañeros.
Aquel cuatro de enero
hacía un calor extraño,
supongo que producido
por
los vientos del sur
a los que aún no me he acostumbrado.
Llegó a casa, a la hora de comer,
con la chaqueta en un brazo
y
las mangas de la camisa remangadas.
Era de pana muy fina, 
color azul.
Se la había regalado yo en Navidad.
Como siempre, 
se tumbó en la butaca
para echar una cabezada.
Una hora después se despertó.
Estaba mareado.
Luego, un golpe seco
y
estruendoso
llegó desde el salón.
Allí estaba, en el suelo,
boca arriba.
Sus ojos cerrados.
Llamada al 112.
Mi madre, 
por primera vez en su vida,
intentando rehabilitar un corazón.
Yo, haciendo un boca a boca.
"Mamá, está ya muerto".
Pero llegan las batas blancas
y
el maldito protocolo de los
cuarenta y cinco minutos.
Cuarenta y cinco minutos
de inyecciones de aún no sé qué,
de descargas eléctricas,
de gritos,
de "fuera, aquí no hacen nada".
Y,
tras cuarenta y cinco minutos
escucho
"le hemos recuperado pero,
no sé para qué".
No entendía nada.
Al día siguiente le vi.
Mi padre ya no era mi padre.
Su cara había perdido la expresión.
Tenía los ojos abiertos
pero no miraba.
Nunca supe si escuchaba.
Le ingresaron en la Unidad de Cuidados Intensivos.
No quedaba superficie en su cuerpo
por perforar.
Y otra vez
el maldito protocolo de las batas blancas.
Transcurridos veinte días
hay que trasladarlo a planta,
aunque está igual,
continúa en coma.
Nos dicen que no siente nada.
El quince de febrero me comunican
que
han recibido los últimos análisis.
Que, para que yo lo entienda,
está roto por dentro.
A las diez menos veinte de la noche
mi padre se despide para siempre de nosotras,
mi madre,
mi hermana
y
yo.
Nunca supimos qué ocurrió.
Las batas blancas perdieron el informe de urgencias.
Había que hacerle una autopsia para averiguarlo.
Las tres
nos negamos.
Ya le habían torturado
durante
cuarenta días,
el tiempo que duró su agonía.
Al fin había recuperado
su libertad,
esa en la que había vivido
cincuenta y siete años.


Photo by Chema Madoz.



martes, 29 de noviembre de 2016

"DELIA Y LUCAS: AMOR- TERROR PEDERASTA" (M.A.M.)

 San Sebastián, 1950.

Delia es la quinta de los diez hijos nacidos del matrimonio de sus padres, Lucas y Ana.

Don Lucas, como era conocido en San Sebastián, además de un reputado doctor especializado en el aparato digestivo, era conocida su maestría con el bisturí al tratarse de un eminente cirujano. Tras trabajar diez horas diarias en el Hospital de la Cruz Roja de la ciudad, pasaba consulta privada en su domicilio, ubicado en un edificio de una de las zonas más señoriales de Donostia, próximo al convento de San José.

Doña Ana era hija de un alto mando militar, con gran influencia en el Gobierno Central, que había contraído matrimonio a los dieciocho años tras un noviazgo muy corto. Se solía decir que el matrimonio había sido pactado entre las dos familias para poder emparentar la elite médica y la elite militar, incrementando el poder fáctico de ambas familias de la capital guipuzcoana.

La boda fue todo un acontecimiento social al que asistieron todos los altos estamentos de la sociedad.
Durante el viaje de novios estuvieron en Biarritz donde pudieron disfrutar de sus conocidos balnearios y de su renombrado Casino.

A su regreso, dona Ana ya estaba embarazada del que sería el primer hijo de la pareja que nació justamente a los nueves meses de haberse consumado el matrimonio. Fue un varón, que siguiendo la tradición, fue bautizado con el nombre de su padre, Lucas. A partir de su nacimiento, anualmente se producía la llegada de un nuevo hijo; salvo dos abortos intercalados entre dos nacimientos y la muerte nada más nacer del octavo hijo, se puede decir que doña Ana se mantuvo en un continuo embarazo desde los dieciocho años hasta su trigésimo primer cumpleaños. El último parto fue muy complicado, hubo que hacerle un vaciado de útero por lo que ya no pudo darle más hijos a su esposo, pues desde esa perspectiva fue como lo vio Don Lucas.

A pesar de su condición de médico y comprendiendo, desde una visión profesional, lo que le había ocurrido a su esposa, ésta dejo de resultarle útil además de convertirse en una mujer poco apetecible para satisfacer sus necesidades “de hombre”.
Cuando doña Ana se recuperó de su operación, pasó a ocupar otra habitación. Jamás volvieron a compartir dormitorio y no es necesario comentar que doña Ana nunca más volvió a mantener relaciones sexuales con su marido. Todo ello la llevó a una profunda depresión, traducida por una desgana de vivir, que la llevaba periódicamente a pasar largas temporadas en una privada y elitista clínica psiquiátrica, algo que la familia logró mantener en el más absoluto de los secretos.

Don Lucas era un hombre a la antigua usanza. Necesitaba sexo porque, en el fondo, necesitaba reafirmar su virilidad constantemente. Al no poder hacer uso de su esposa, se convirtió en un asiduo de los burdeles más chic de la ciudad y fue en los prostíbulos donde por fin don Lucas sacó su verdadera personalidad. Ya que las putas recibían dinero del cliente, éste podía ser el hombre más soez, vil, sucio, de los que visitaban la “casa de citas”. Utilizabas con ellas un lenguaje que jamás se hubiese atrevido a usar con su esposa, no por respeto a doña Ana, sino por respeto a la familia de la que procedía. Se dijo a sí mismo que “ya que había mantenido las formas” por conservar el elevado estatus social conseguido durante casi trece años, ahora que pagaba iba a salir el verdadero hombre que se había mantenido oculto.

Por aquel entonces sus hijos eran pequeños. Sus edades oscilaban de los trece años, del mayor, al año que aún no había cumplido el menor de todos. De sus diez hijos, nueve fueron varones, salvo Delia, la quinta, una preciosa niña morena de ojos grandes y rotundamente verdes.

Delia tenía nueve años cuando su padre entró por primera vez en su habitación. Esperó a que todos estuviesen dormidos, abrió muy despacio la puerta de su habitación y sigilosamente se introdujo en la cama de su única hija. Esta primera vez, él no quería despertarla, solamente quería apreciar la suavidad y la calidez de un cuerpo infantil. Lo cierto es que desconocía qué se había movido en su interior para experimentar este impulso sensual hacia su hija. Pensó que tras años de visitas casi diarias a prostíbulos necesitaba sentir la pureza, la inocencia que exhalaba su hija por cada poro de la piel. Al principio, alternaba sus visitas a los ya tan manidos burdeles con estas escapadas nocturnas al dormitorio de su hija.

Durante un tiempo fue tal el cuidado que ponía al introducirse en su cama y acariciarla que Delia no se despertaba y eso, en el fondo, era algo que excitaba enormemente a su padre, la dulce respiración de su hija mientras dormía plácidamente, dejando su cuerpo absolutamente relajado.

Mientras su esposa había estado ingresada en la clínica psiquiátrica, prácticamente todo un año, él había visitado la alcoba de su única hija, pero había mantenido siempre el cuidado del principio, a pesar que, a medida que iba pasando el tiempo, las primeras sensaciones  se fueron traduciendo en verdaderas pulsiones sexuales. Pero el regreso de su esposa puso fin, al menos por el momento, a  estas incursiones al interior de la cama de Delia. El insomnio que padecía su esposa le hizo prácticamente imposible continuar.
Al menos Delia, en su ignorancia, seguía manteniendo la inocencia de sus ya diez años.

Pero su padre se había acostumbrado demasiado al dulce cuerpo de su hija por lo que, utilizando todos los mecanismos que estaban en sus manos, como médico acreditado que era, consiguió que diagnosticasen a su esposa de “Demencia agresiva” por lo que no tuvo muchos problemas para que la internasen de por vida en un hospital en las afueras de la ciudad.

Cuando había pasado un mes desde el ingreso de su madre y sumida en una desconsolada tristeza, aquella noche Delia no estaba dormida cuando sintió que la puerta de su habitación se abría lentamente. Abrió los ojos y en la oscuridad le pareció vislumbrar la figura de su padre: ¿qué querría a aquellas horas?”, se preguntó en silencio, aunque la respuesta fue prácticamente inmediata cuanto noto como se introducía lentamente en su cama. Como era la primera vez para ella, no supo como reaccionar, se quedó paralizada y de su garganta no pudo salir ni el más mínimo ruido. Esta vez si notó que su padre le acariciaba su cuerpo y como frotaba muy lentamente algo duro y húmedo por su espalda. El asco ahogó su garganta y esperó a que todo aquello finalizase. Pensó que lo sucedido sería fruto de la enajenación de su padre por la tristeza de haber perdido a su esposa, ingresada en un psiquiátrico y, en el fondo, le comprendió. Era su padre y no podía imaginarse, desde su inocencia, nada sucio en aquel suceso.

Sin embargo, al día siguiente, al acostarse, hizo lo posible por mantenerse despierta y esperó  a ver lo que sucedía. Y lo que había pasado la noche anterior, volvió a repetirse. Pero esta vez, una vez su padre metido en su cama, Delia le sobresaltó con un “¿Pero papá, qué estás haciendo?”. Don Lucas, al verse descubierto, dejó salir la parte más violenta que le caracterizaba en su relación con las mujeres y, tras taparle la boca, la misma excitación de verse descubierto hizo que por primera vez consumara el acto sexual. Lo hizo sin cuidado, olvidando que quién estaba bajo él, era su propia hija y, de pronto, se sintió transportado a la habitación de un burdel y a la cama de una puta. El dolor que sintió Delia fue infinito; no entendió nada de lo que estaba sucediendo. Lo único que sabía era que su padre estaba tapándole la boca con todas sus fuerzas mientras que, con todas sus fuerzas también, le penetraba de tal manera que Delia sintió como si la estuviesen taladrando por dentro. Cuando finalizó, Don Lucas se dio cuenta de que la cama de Delia y ella misma estaban manchadas de sangre. Obligó a su hija a quitar las sábanas y desprenderse del camisón para él poder deshacerse de ello al día siguiente camino al hospital. Obligó a Delia que hiciese la cama con unas sábanas lo más parecidas posibles a las manchadas por su propia sangre, para que el servicio no se percatase al día siguiente de nada y que se pusiese un camisón, a poder ser igual que el que llevaba esa noche.


Le hizo jurar que no contaría nada a nadie porque nadie le creería y, en el caso de que lo sucedido saliese a la luz, le amenazó con hacer con ella lo mismo que con su madre. Delia, aterrorizada, juró por Dios que sus labios estarían sellados para siempre, porque si había algo que más angustiase a Delia eran las visitas a su madre a aquel hospital psiquiátrico. La misma idea de poder tener el mismo destino fue la que le movió a mantener su silencio.



Delia tiene ya quince años y, noche tras noche, sigue recibiendo estoicamente la visita de su padre. Lo único que le consuela es que las penetraciones, aunque muy bruscas, son cortas en duración y una vez satisfecho, se levanta y sin mediar palabra abandona la habitación de su hija.

Pero don Lucas quería seguir manteniendo de cara a la galería y entre sus amistades, la fama que se había ganado con los años, por lo que las visitas a los prostíbulos de la ciudad habían continuado.

Una noche, Delia esperó a que su padre entrase en la habitación, deliberadamente despierta, pues debía confesar que desde hacía algún tiempo no se encontraba bien. Don Lucas, de pronto, adoptó el papel de afamado médico y le preguntó cuáles eran los síntomas que presentaba. Delia le contestó que se encontraba mareada y que, al despertarse, debía ir corriendo al cuarto de baño pues no podía soportar las ganas de vomitar; añadió que, lo más extraño, era que no tenía la menstruación desde hace unos meses, aunque no podía especificar cuántos. Don Lucas, al escuchar lo que su hija acababa de contarle se puso en lo peor, pero quiso cerciorarse de que no estaba errado y que sus sospechas eran ciertas. Cerró con llave la puerta de la habitación de Delia como había hecho durante los últimos seis años, pero esta vez le pidió que se desnudase de cintura para abajo y que abriese las piernas. Su hija, ya acostumbrada a vivir en un constante pánico por las continuas amenazas de un posible ingreso en un hospital psiquiátrico, obedeció a su padre sin mediar ni una palabra. Pero esta vez, Don Lucas no introdujo en el jóven cuerpo de su hija lo que introducía todas las noches; esta vez fueron sus manos las que entraron por la vagina mientras apretaba el vientre. Sus sospechas dejaron de ser sospechas y dio por seguro que su hija estaba embarazada de unos tres meses. Es en ese momento cuando don Lucas se da cuenta del alcance de la situación, de las terribles consecuencias que podría tener un suceso así en su carrera como médico y, lo más importante: si un suceso así viese la luz, él perdería su honor, su buen nombre y su familia quedaría marcada para siempre. En ningún momento se paró a pensar en Delia, su hija, embarazada de un hijo suyo, es decir, Delia esperaba a su vez un hijo y un hermano. No, aquello no podía continuar y debía poner fin esa misma noche.

Se acercó al ala de su domicilio que tenía habilitada como consultorio privado y se hizo con todo el material necesario para solucionar el problema inmediatamente. Cuando llegó a la habitación de Delia, sin mediar palabra, le puso un paño con cloroformo sobre su cara, quedando sumida en un profundo sueño, tiempo que aprovechó su padre para intentar enmendar lo que ya parecía no tener solución. Aunque su especialidad médica estaba relacionada con el aparato digestivo, dio por supuesto que la realización de un aborto, para un médico con tantos años de experiencia sobre su espalda, no podía ser difícil.

Sin embargo, nada salió como él esperaba. Lo que debería haber sido una sencilla intervención que le permitiese liberar a Delia de aquel hijo no deseado ni esperado por él, se convirtió en una verdadera carnicería.
Don Lucas, aquella noche, mató a dos hijos: a su hija Delia, joven hermosa de enormes ojos verdes y al hijo que ella esperaba, fruto de las continuas relaciones sexuales mantenidas durante años con su padre.
En un principio, al ver lo que había sucedido, se quedó paralizado y así continuó hasta que la luz del día le hizo despertarse de su ensimismamiento.

Cuanto entró la sirvienta encargada de la limpieza en la habitación de Delia, un grito desgarrador salió de su garganta: había encontrado a Don Lucas ahorcado, colgado de la lámpara del techo de la habitación situada sobre la cama en la que yacía su hija Delia, desangrada, con las piernas abiertas y algo semejante a un gran coágulo de sangre en una palangana sobre el suelo, el hijo del pecado.

"RAQUEL Y CARLOS, AMOR IMPOSIBLE" (M.A.M.)

Me llamo Raquel, tengo veintidós años y soy estudiante de cuarto de Medicina.
Desde hace tres cursos ejerzo la prostitución para costearme los estudios. Es la primera vez que hablo de ello porque pienso que si no verbalizo lo que hago, consigo que parezca un sueño, un mal sueño pero necesario.

Siempre estudié gracias a Becas pero los recortes motivados por la crisis me han obligado a buscar otras alternativas. Tras diversos trabajos en los que cobraba una miseria a cambio de horas y horas que no podía permitirme, una compañera me habló de la posibilidad de la prostitución. En un principio, deseché la idea pero tras el quinto anciano al que estuve cuidando por las noches por un sueldo irrisorio me decidí.

Pensé que si iba a trabajar usando mi cuerpo como herramienta de trabajo, sería yo quien impusiese las condiciones laborables. Publiqué un anuncio en un periódico en el que se podía leer: “ Chica joven, nada exuberante pero dulce y juguetona, ofrece sus servicios a caballeros dispuestos a pagar, por adelantado, 150 euros por una hora. La cita tendrá lugar en un hotel que, como mínimo, tenga cuatro estrellas; puede elegir el cliente pero nunca fuera de la ciudad. Uso obligatorio de preservativo. No beso en la boca. Solamente contacto a través de llamada; no contesto “sms” ni “WhatsApp” ”. Os preguntaréis por qué solamente acepto llamadas: necesito escuchar la voz de mi presunto cliente; siempre he dicho que la voz esconde matices y muestra rasgos imposibles de captar a través de un frío mensaje. No es necesario decir que utilizo un nombre falso; me hago llamar Dafne, pero no me preguntéis por qué, fue el primero en el que pensé.

Creí que no llamaría nadie, pero el anuncio tuvo un éxito rotundo. Ahora, “trabajo”, más o menos, diez horas al mes por lo que cobro unos 1.500 euros. Podría dedicarle más horas, pero no quiero que nada me distraiga de mi verdadera meta: conseguir una especialización en neurocirugía. Asumo que ha habido meses en los que he tenido que “salir a ofrecer mis servicios” en más ocasiones, pero procuro que no sea una constante. Soy obsesiva y quiero tener mi mente clara para poder estudiar.

Ayer, a las once de la mañana, recibí una llamada.

 -Hola, ¿eres Dafne?.

La voz que escuché era grave, profunda, muy masculina…lo cierto es que me gustó.

-Si, soy yo. ¿Qué desea?.

-Me gustaría contratar tus servicios. Voy a estar en la ciudad un par de noches y no me apetece estar solo.

-Supongo que si has leído el anuncio, conoces cuáles son las condiciones, ¿no?.
-Si, si, por supuesto. Precisamente han sido las condiciones las que me han llevado a llamarte. ¿A qué hora te vendría bien?.

-A las once de la noche. ¿Has escogido ya el hotel?.

-Si, es el Hotel Palace; espero que sea de tu agrado.

-Me parece perfecto. Dime tu nombre para preguntar por ti en recepción.

-Prefiero no dar nombres. Pregunta por la habitación 315
.
-De acuerdo, hasta esta noche.

-Hasta luego.

El hecho de ocultar su nombre me generó un poco de desconfianza pero el lugar en el que nos íbamos a encontrar era seguro.

Como siempre que tenía contratado algún servicio, me vestí con mi “ropa de trabajo”. Siempre impecable, jamás llamativa. Un vestido negro, entallado, justo por encima de las rodillas, acompañado por unos zapatos estilo salón, con un tacón de vértigo, impecables. Ayer había estado lloviendo durante todo el día, así que opté por un elegante y atemporal “trench”. Mi pelo, largo y castaño, recogido en un moño “italiano”. El maquillaje justo para resaltar mis ojos, verdes y mis labios, carnosos. Al elegir la lencería sigo las mismas premisas que con la ropa, aunque me reservo un poco de “coquetería moderada”. Siempre es de color negro y la única concesión que hago se traduce en unos ligueros que sujetan a la perfección mis medias, también negras. ¿Joyas?. Nunca, salvo unos pendientes y un reloj; lo demás solamente son obstáculos a la hora de trabajar, porque no olvidemos que lo que yo hago es un trabajo y como tal me lo tomo.

Puntual llegué a la cita. Cuando llegué a la habitación, la puerta estaba entornada. Aún así, llamé suavemente. La misma voz grave del teléfono me dijo:

-Entra, te estaba esperando. Por favor, no enciendas la luz.

La habitación era una “suite” presidida por unos grandes ventanales que daban a una gran avenida. Él, estaba de espaldas a la puerta, mirando a la calle. Pude apreciar, aún
estando a contraluz, que se trataba de un hombre de unos cincuenta años, alto y corpulento. La camisa le cubría lo que parecía una espalda ancha y fuerte. Su cabeza era magistral, ese tipo de cabezas que yo llamo “clásicas”…sí, una cabeza capaz de ser el modelo para la realización de un busto en la época griega o romana; el pelo cano, un poco largo a la altura del cuello. El conjunto me resultó atractivo y si hay algo realmente cierto en este trabajo es que, si el cliente resulta “sugerente” todo se hace más llevadero. Su mano izquierda la llevaba metida en un bolsillo del pantalón mientras el brazo derecho le servía de apoyo sobre el cristal.

-¿Desea que empecemos ya?.

-Dame un tiempo. El dinero lo tienes dentro del sobre que está sobre la mesa.
-Gracias.

-No tienes por qué darme las gracias; es tu trabajo y por ello te pago. Si no existiesen mujeres como tú yo jamás podría tener sexo.

Aquella afirmación me asustó.

-¿Puedo preguntarle por qué?.

-No te preocupes, en seguida sabrás la razón.

Fue entonces cuando se giró y por primera vez nuestras miradas se encontraron en la penumbra de la habitación.

-¿No eres demasiado joven?.

-No, realmente no; además, necesito el dinero. Pero, por supuesto, puedo asegurarle que soy mayor de edad. No entra en mis planes engañar a un cliente y meterle en un “lío legal”. Tengo veintidós años
.
-Realmente eres muy joven. Al menos para mí, desde mis cincuenta y ocho años.

-No aparenta esa edad ni mucho menos.

-Créeme, sí la aparento.

-¿Desea que haga algo especial?.

-Sin encender la luz, desnúdate lentamente.

Empecé a desvestirme. Colgué mi “trench” en el  respaldo de una silla.

-Perdón, ¿podría ayudarme a bajar la cremallera del vestido, por favor?.

-Si, por supuesto.

Lo que en otras ocasiones había utilizado como medio de acercamiento al cliente, esta vez fue diferente. No sabía que me ocurría, pero realmente me estaba resultando excitante. Suavemente hizo descender la cremallera, tras lo cual, me quité el vestido que coloqué sobre la misma silla en la que había dejado el “trench”. Estaba en ropa interior, pero aún llevaba los zapatos y el cabello recogido.

-Realmente eres muy bella. Es cierto que, como dices en tu anuncio, no eres exuberante, pero no cambiaría por nada en el mundo lo que mis ojos contemplan ahora mismo. ¿Puedes soltarte el pelo?”

Me quité la horquilla que sujetaba mi moño y mi melena cayó sobre los hombros. Seguía de pie en medio de la habitación. Fue entonces cuando él se quitó la camisa.

-¿No te doy asco?.

Su torso estaba plagado de cicatrices zigzagueantes, como si del plano de una carretera se tratase. Algunas eran gruesas y profundas, otras sobresalían como pequeños relieves. Y fue entonces cuando vi que su brazo izquierdo no terminaba en una mano. Había sufrido una amputación a la altura de la muñeca. Sus brazos también estaban dibujados con las mismas cicatrices de su torso, aunque más difuminadas. Ante la pregunta que me ha había formulado contesté sinceramente.

-En absoluto. Si visión no me produce ninguna sensación de asco o desagrado. ¿Puedo preguntarle qué le ha ocurrido?.

-Era joven, era rico y era estúpido.

-¿Y?.

- Cuando cumplí dieciocho años, mi padre me regaló un Ferrari con ocasión de mi mayoría de edad. Esa noche salí a cenar con la que entonces era mi novia, Aurora. Bailamos, bebimos y, en cuestión de segundos, estábamos dando vueltas de campana en el interior del coche que, tras parar en seco, comenzó a incendiarse. Ella murió en el acto; yo permanecí atrapado en aquel infierno el tiempo suficiente para salir marcado durante el resto de mi vida. Jamás me perdoné la muerte de Aurora. Mis cicatrices, mi muñón me lo recuerdan día a día. Permanecí en coma varias semanas. Nadie pensaba que pudiese llegar a despertar. Pero lo hice y logré caminar después, aunque jamás pude volver a tener una erección pues, al igual que perdí mi mano, parte de mi pene quedó para siempre inservible. Desde entonces,nunca he estado con una mujer que no fuese una prostituta. Doy demasiado asco como para pretender despertar otro sentimiento en una mujer que no sea la necesidad de salir corriendo.

-¿Puedo acariciarle”.

-¿Es lo que realmente deseas?. Recuerda que el dinero ya lo tienes en tu bolso y jamás he obligado a ninguna mujer, aún cobrando por sus servicios, a hacer algo que no quiera realmente hacer.

-Si, es lo que deseo.

A oscuras, fue recorriendo suavemente una y cada una de las cicatrices de su cuerpo…con mis dedos, con mi lengua. Su piel era extraordinariamente suave y desprendía un olor limpio, sensual.

-¿Quiere algo especial?. Ya sabe que, salvo besos en la boca, estoy dispuesta a hacer lo que usted guste.

-No, déjate llevar por tu instinto. Como comprenderás no puedo pretender resultar atractivo así que no pido mucho más.

Y fue lo que hice, guiarme por mi instinto. Aquel cuerpo, herido aún en su corazón, despertó en mí algo que nunca me había ocurrido con ningún cliente: despertó deseo, ternura…pasión.

Mis caricias me excitaban y, lo más extraño era que ¡no podía ni quería parar!. Lentamente recorrí su cuerpo con mis dedos, con mi pelo…mis pezones, erectos, acariciaban su maltrecho torso desnudo. Fue entonces cuando tomé su muñón entre mis manos y muy suavemente lo introduje en mi vagina. Como por arte de magia, lo que yo sentía en mi interior era un pene erecto dispuesto a conseguir y ofrecer placer. Rítmicamente empecé a moverme, primero suavemente para culminar en un maravilloso e increíble orgasmo…¡realmente era la primera vez que había logrado alcanzar el clímax con un cliente!.
Un escueto “basta” hizo que volviese a la realidad.

-¿Le ocurre algo?, ¿acaso le desagrada lo que he hecho?.

-Ni tan siquiera sabes mi nombre. No me has preguntado cómo me llamo.

-Bueno, usted es el cliente y usted es el que manda, al menos durante la hora que dura mi trabajo
.
-Me llamo Carlos y, si, me ha encantado ver como has obtenido placer con mi cuerpo. Pero yo no puedo alcanzar un orgasmo. Siempre llevo a Aurora en mi corazón, en mi mente. Realmente, si contrato el servicio de prostitutas es para que la noche en una ciudad desconocida me resulte más llevadera y con la vana ilusión que, alguna vez, llegue alguien especial que me vea no como el monstruo que soy sino como el hombre que se esconde tras él.

-Carlos, yo podría ser esa mujer. Nunca había sentido lo que he sentido esta noche. Pero esto para mí es un trabajo por el que cobro. Aunque lo desease profundamente, jamás llegaría a enamorarme como yo quiero que suceda. Simplemente, lo hago porque necesito costearme mis estudios.

-No te preocupes, te entiendo. Has sido sumamente generosa y sincera conmigo y te lo agradezco”
.
Esa noche, antes de cerrar la puerta, me acerqué a aquel hombre y dulcemente le besé en los labios mientras musitaba un “hasta siempre, Carlos”.

Photo by Bernard Handick .






"TODO ERA MENTIRA" (M.A.M.)

En ocasiones,
necesito pellizcarme
para saber si,
lo que ocurre,
es real
o
tan solo es un sueño.
Podría haber jurado
que
ayer,
tú y yo,
estuvimos juntos,
por la noche.
Creo recordar
haber leído
para ti
mi último poema.
Las palabras
que
tengo acumuladas,
desparramadas,
justo al lado de mi ombligo
lo atestiguarían.
Sería capaz
de mencionar de memoria
todo lo que después
hicimos.
Nuestras manos,
ya amigas,
improvisaron
un baile desenfrenado
en el que,
giraron sobre
brazos y piernas,
cuellos y espaldas
con tus dedos
y
los míos
entrecruzados.
Tengo
tu voz grabada
en mi memora.
Es cálida,
generosa,
acogedora.
Y sé que sabes
susurrar,
algo que no es sencillo.
Nuestras bocas acariciaron,
nuestros ojos, besaron,
nuestros cuerpos, rodaron
para terminar
ensamblados,
de tal manera,
que
podría haber atestiguado
que
jamás habíamos estado
separados.
Sin embargo,
hoy al despertar,
estaba sola en mi cama.
No encontré
tu voz.
Tampoco tus manos,
ni tus dedos,
ni tus brazos,
ni tampoco tus abrazos.
Tuve que recurrir
al pellizco en la mejilla
para saber
que todo
era mentira.

Photo by Noell Oszvald




lunes, 28 de noviembre de 2016

"TRES AÑOS ATRAVESADO EN MI GARGANTA" (M.A.M.)

Al fin
te he vomitado.
Sí, a ti.
Estuviste
tres años
atravesado
en mi garganta.
Desde allí
lo controlabas
todo.
Vigilabas
mis emociones
y
mis palabras,
inspeccionabas
mis silencios,
y
mis lágrimas,
verificabas
mis sombras
y
mis poemas.
Si alguna vez
me desviaba
del camino
por ti
trazado
eras capaz de bajar
hasta mi estómago
y
revolver en él
sin piedad
y
hasta que no escuchabas
mi llanto,
seguías
y
seguías
removiendo
los ácidos
de mis tripas.
Pero
esta mañana
me levanté decidida.
No soportaba más
tu presencia en mi garganta.
Introduje en mi boca
cuatro dedos
de mi mano derecha,
todos, menos el pulgar,
Solo fue necesaria
una arcada.
Saliste expulsado
asqueroso,
nauseabundo.
Si hubiera sabido antes
que
iba a ser tan sencillo
no hubiese esperado
a hacerlo
los tres años
que estuviste
atravesado
en mi garganta.



"EL MONSTRUO DEL SILENCIO" (M.A.M.)

El día que supe
que tú
crecías en mi interior,
fue mágico.
Tenía tantas ganas.
Me sentí
la mujer más afortunada
sobre la faz de la tierra.
Pronto llegaron los avisos.
Gotas de sangre
alertaban,
gotas que se convirtieron
en un río rojizo
que
surcaba mis piernas,
encharcándose
a mis pies.
Batas blancas
me observaron,
batas blancas
no diagnosticaron,
batas blancas
aconsejaron reposo,
absoluto,
si no quería
que 
el río se convirtiese en mar.
¿Cómo iba a desear eso?.
Ya no recuerdo
el tiempo
que pasé
tumbada, sin moverme.
Si me acuerdo 
del día
que
una bata blanca
me dijo que tú
ya tenías quince
semanas,
que
ya no había peligro.
Llegaste antes de lo acordado,
exactamente,
29 días antes.
Cuando vi tu cara,
supe que
no se podía amar más
de lo que yo amaba
en ese instante.
Todo iba bien
hasta que
apareció un monstruo
gigante, indeseable,
alimentado de silencio
y
decidió
quedarse con nosotras
para siempre.
Ya tienes dieciocho años.
No sé qué piensas.
No sé qué sueñas.
No sé por qué ríes.
no sé por qué lloras.
Solo sé
que
te alimentas de besos.
Creo
que eres feliz
dentro de tu mundo
de silencio.
Siempre habitará en mí
la duda
de si aquellas gotas
de sangre,
luego convertidas en río
no eran más que un aviso
que tú me lanzabas
y que yo,
estúpida,
no supe interpretar
e impedí,
por todos los medios
que llegasen a convertirse en un mar.
El monstruo
continúa viviendo
con nosotras.
Creo que su nombre es
Autismo.


domingo, 27 de noviembre de 2016

"TE SENTIRÁS LIBRE" (M.A.M.)

Y
ahí estabas,
frente a mí,
con
esa mirada
que
parece que traspasa
y
a la vez
transmite toda la ternura
que
puede caber
en
ese cofre que tienes guardado
el algún lugar recóndito
de tu cuerpo.
Sé que te emocionaste,
a pesar de tu aspecto de duro
y
si lo sé,
es porque me lo contaron
pues 
yo me enfrasqué en la lectura.
Perdóname,
fui una egoísta.
Sé que te llevaste las manos
a la cara,
tapándola,
a pesar de tu aspecto de rudo
y
si lo sé,
es porque me lo dijeron
pues yo seguía a lo mío.
Discúlpame
pequé de egocentrismo.
Luego,
nos fundimos en un abrazo.
Creo que siempre te asusto.
Soy demasiado impulsiva
y
no me importa estar rodeada
de gente
si en ese momento deseo a alguien.
Pero a ti sí.
Me consta que te incomoda.
Excúsame,
sé de tu cautela,
de tu pudor
y
tu prudencia.
No volverá a ocurrir.
Pero la próxima vez que nos veamos,
a solas,
lejos de cualquier mirada,
te pido desinhibición
y
una pérdida total
y
absoluta
de pudor y control.
Ese día te sentirás libre, 
me sentiré feliz.


Kiss by Andy Warhol (1963)

Kiss by Andy Warhol (1963)


"AYER, RECORDÉ A MI PADRE" (M. A. M. )

Ayer
recordé a mi padre.
La soledad
de un concertino
de violín
es absoluta.
En un teatro
abarrotado de gente,
pendiente
de cada golpe de arco,
de cada staccato,
de cada pizzicato,
de la afinación sublime
que
se espera de un solista,
de su fuerza interpretativa,
conlleva
que no puede provocar
sensación de desamparo,
aunque,
en esos momentos,
es únicamente su instrumento
el que suena.
El resto de la orquesta calla,
toda la responsabilidad
recae sobre él,
pero aún así,
se siente respaldado por ella
Mi padre disfrutaba,
era feliz sobre el escenario.
Le recuerdo con los ojos cerrados
y toda la concentración
puesta en su intrumento.
Él y su violín
se fusionaban en uno,
eran indivisibles.
Y luego, los aplausos
y su enorme sonrisa
y ese pañuelo 
que
siempre le acompañaba
para secar el sudor del esfuerzo.
Desde que naci,
hasta su muerte,
su violín, su viola, han sido 
la banda sonora de mi vida.
Ayer,
leí en público,
por vez primera,
mis poemas.
En cuanto empecé,
desaparecieron los nervios.
Me sentí protegida
pero,
a la hora de la verdad,
era mi voz
la única que se escuchaba.
Recordé a mi padre
y, como él,
me propuse
disfrutar y ser feliz.
Lo conseguí.

Photo by  Cameron Ogilvie

viernes, 25 de noviembre de 2016

"PERDER LA ILUSIÓN"

Se va perdiendo
la ilusión
despacio, muy despacio.
Al principio,
ni tan siquiera te das
cuenta.
El día a día
sabe a conocido
pero
no le das
importancia.
El mismo ritual.
Un beso,
por la mañana,
quizás una sonrisa,
Y son esos pequeños detalles
los que desorientan.
Alguna llamada suelta,
algún "te quiero"
que
comienza a ser
repetitivo,
una caricia
que
dejas olvidada
en el bolsillo de su abrigo.
Tras doce horas
separados,
un beso
que
ya es tan solo un beso,
desnudo,
vacío,
desolado,
y
una cama
que
parece haber aumentado
de tamaño
con el tiempo.
Ahora,
siempre os dais la espalda,
aunque estéis desnudos,
pese a que haya hambre.
La casa del otro
ya resulta
demasiado conocida.
Hasta que una mañana
te levantas
y
te cruzas por el pasillo
con un auténtico
desconocido,
al que preguntas,
"¿por qué extraña razón
tú y yo vivimos juntos?".

Photo ”En las nubes” by Antonio Mora




jueves, 24 de noviembre de 2016

"ESAS FLORES" (M.A.M.)

Hace ya
casi quince días
recibí,
por sorpresa,
un enorme
ramo de flores.
En él,
aparecían abrazadas
rosas con margaritas,
orquídeas con azucenas,
todas ellas protegidas
por unas grandes
hojas de helecho
que
iban de la mano
de pequeñas flores blancas,
conocidas como nubes
y no,
no es ninguna metáfora
aunque pudiera parecerlo.
Cuando llegaron,
a pesar de estar ya muertas,
conservaban
la rectitud de sus tallos,
el color de sus pétalos,
el olor de sus estambres.
Ilusionada,
las dispuse en un jarrón
de cristal transparente
que, previamente,
había llenado de agua.
Pero, irremediablemente,
las flores
morían un poco más cada día.
Cada vez
que
me sentaba
frente al jarrón
en el que
ya no vivían,
creía escuchar
el llanto
de unas flores increíbles
a las que
alguien cortó su tallo.
Y, de pronto,
me sentí la mujer
más egoísta del mundo.
Yo no soy nadie
para arrebatar la vida
a unas pobres margaritas,
ni a unas rosas,
ni a unas pequeñas flores blancas
que llevan un nombre tan poético
como puede ser nube
e, insisto, no es metáfora.
Hoy,
debo tirar el agua
y depositar el ramo
en el cubo de basura.
No me parece un final digno.
Por eso,
algunas de ellas,
quedarán para siempre guardadas,
entre las páginas de un libro.

Photo by Robert Mapplethorpe


"LLUEVE" ( M.A.M.)

Llueve.
Sobre los tejados
y
los coches,
sobre los árboles
Y
las mesas abandonadas
de las terrazas,
sobre los bancos del parque
y
sobre el asfalto.
Llueve.
Sobre los amantes
y
los que no aman,
sobre los "sin techo"
y
los que tienen casa,
sobre los borrachos
y los que detestan el alcohol.
Llueve.
Sobre un hotel de cinco estrellas
y una pensión de mala muerte,
sobre el que roba millones
y
el que está en la lista del paro,
sobre personas estúpidamente felices
y
otras que solo han conocido la tristeza.
Llueve.
Sobre poetas que disfrutan escribiendo
y
otros que ya han perdido la ilusión con las palabras,
sobre parejas que se besan con pasión
y
otras que ya no recuerdan el sabor de un escalofrío,
sobre manos solidarias que añaden una moneda al músico de la esquina
y
otras que ni tan siquiera salen de los bolsos de un abrigo.
La lluvia,
aparentemente democrática,
no olvida
que aún
hay diferencias de clases,
de amores,
de solidaridad,
de poesía.


Photo by Huges de Tournemire             




miércoles, 23 de noviembre de 2016

"LA PALABRA AMOR" (M.A.M.)


Después
de haber entregado
mi vida
a ese
que destrozó
mi mente,
tras convertirse
en el señor feudal
de mi cuerpo,
me juré
no volver
a pronunciar jamás
la palabra amor.
Y
puedo asegurar que,
durante un tiempo
creí
haberlo conseguido,
tras arrancar
mi corazón
para dejarlo
en un perpetuo
barbecho,
dejando mis labios
vacíos,
mis brazos
desnudos
y
mi casa
clausurada
salvo para los que yo,
con frialdad, elegía.
Y
cuando ya estaba convencida
de haber vencido,
apareciste tú,
tan diferente a todos,
tan superior al resto
pero
no estoy hablando de fuerza,
que me consta que la tienes,
hablo de valentía
al expresar sin metáforas,
sin rodeos, ni tapujos
tus sentimientos.
Sé de tu timidez,
sin embargo,
cuando deseas decirme
al oído
"te amo porque eres única",
no te tiembla la voz,
al contrario,
tus susurros,
siempre vienen acompañados
de vigor y energía
y yo,
sin tan siquiera pensarlo,
escucho
como regresa a mi boca,
la palabra
que ya creía olvidada
esa que ahora te define,
"amor".
Photo by Taymarkel


martes, 22 de noviembre de 2016

"EL VIOLINISTA" (M.A.M.)

Su edad
es
indefinida.
Su cuerpo
delgado,
muy delgado,
se esconde
bajo un enorme abrigo
que
un día
debió de ser
azul marino.
En su cara
destaca
una brillante
mirada verde
y
una triste sonrisa.
Sus manos,
grandes,
abren con delicadeza
el estuche
en el que duerme su viejo
y
agotado
violín.
Frente a él, un atril.
Sobre el atril, unas partituras
enganchadas con pinzas
para que el viento
no las invite a bailar.
Sobre su hombro izquierdo
sitúa con cuidado
su instrumento,
inclinando luego
su cabeza,
para reposar
finalmente
su ya gastado mentón.
Y, 
es entonces,
cuando el músico
recobra su energía
y
su cuerpo
se transforma en un Solo
de Bach.
Pero,
nadie se para
a escucharle.
La gente
pasa a su lado
insensible,
ciega,
sorda,
indiferente.
Frente a él
solamente
estoy yo.
Al finalizar,
aplaudo,
le sonrío,
me aproximo
y
coloco sobre su mano
un billete de veinte euros.
Lo mira, me mira.
No quiere aceptarlos.
"La música
y
yo
somos libres.
Agradezco tu dinero
pero
me ha llegado al corazón
tu tiempo
tu sonrisa".
Al seguir mi camino
he sabido
que
había conocido
a un hombre feliz.



lunes, 21 de noviembre de 2016

"AMOR, NO TE HIERAS" (M.A.M.)

Amor,
no te hieras,
no merece
la pena.
Ambos sabemos
qué
es lo que deseamos.
Tú y yo
queremos
estar juntos.
Que
nuestros tiempos
sean
cómplices,
que
nuestros espacios
sean
amigos,
que
nuestros sueños
sean
iguales.
Amor,
no te hieras.
Sé que lo lograremos.
Conseguiremos
despertar
con nuestros besos,
lograremos
resguardarnos
con nuestros brazos,
recibiremos
paz
con nuestros cuerpos.
Amor,
no te hieras.
La meta
está al alcance
de nuestras manos.
Si ambos lo deseamos
lo lograremos.
Nuestras pieles
serán
inseparables,
su roce
nos alimentará
y
nuestras caricias
nos alentarán
a
continuar
amándonos
porque
eso es
lo que tú y yo queremos,
amarnos
y
nada, ni nadie
nos lo impedirá.





"NO QUIERO ESO EN MIS POEMAS" (M.A.M.)

Estoy cansada
de
esta estúpida
irracionalidad
que
me domina,
de 
esta maldita
sensibilidad
que
me controla,
de
este estómago
que
se encoge,
de
esta garganta
que
se estrecha,
de 
estas manos
que 
tiemblan,
de
este cuerpo
que
siempre
tiene frío.
Estoy harta
de 
mi impulsividad,
de
mi incapacidad
para reflexionar,
de este escribir
sin pensar lo que escribo,
hasta que
alguien me comenta algo
y yo, sorprendida,
no recuerdo
y acudo
a ese poema,
y lo releo
y no sé
ni cómo,
ni cuándo
lo escribí.
Y es todo culpa
de esta detestable
manía mía
de no escuchar
a mi cabeza,
de guiarme
solo 
por las pautas
que marcan
mi corazón
y
debo cambiar
porque
puedo dañar
sin darme cuenta.
Y
no quiero eso
en mis poemas.

Photo by Brooke Shaden

domingo, 20 de noviembre de 2016

"LEYES" (M.A.M.)

Me duele el estómago.
Tengo
una jauría
de gatos rabiosos
dentro.
Siempre están ahí.
Al acecho.
Quisiera
vivir tranquila,
sin miedo
a las alturas,
sin angustia
ante el mañana,
sin pánico
al que dirán.
Solamente
ronronean
cuando
cumplo las normas,
obedezco las ordenes,
respeto las leyes.
Pero,
si un día me relajo
y
me olvido de no ser yo
inician la pelea,
a la que continúa
el dolor
que asciende
a mi garganta
donde las cuerdas vocales
se anudan entre ellas
y
me ahogo
porque
ni tan siquiera puedo
llorar,
ni gritar.
Y,
es entonces
cuando
deseo con todas mis fuerzas
morir
porque
no deseo vivir
en un mundo
lleno de preceptos
que debo acatar
para que así
mis gatos
me dejen en paz.

Photo by Joséphine Cardin                  

"LOCA" (M.A.M.)

Si
tú y yo
nos hubiéramos conocido
hace veinte, treinta años
todo
hubiera sido más sencillo.
Ahora
cada día que pasa
veo
como se elevan barreras,
como se excavan fosos,
como nuestra piel se escuda,
como nuestras bocas se atrincheran,
como nuestros cuerpos se esconden,
como nuestras voces se apagan.
¿No te das cuenta?.
Todo está en nuestra contra.
Incluso el tiempo.
Porque
llega un momento
en el que el tiempo vuela.
Lo que antes
transcurría en un año
ahora
sucede en apenas un día.
Y
tengo miedo.
Porque
ya te quiero.
Y
me había prometido
no volver a amar.
Porque el amor duele.
Porque
ya me duele el pecho
y
siento angustia en mi garganta.
Porque
ya me cuesta hablar
sin que se quiebre mi voz
por las lágrimas.
Y,
lo peor de todo,
es que las soluciones
que
encuentro
son las que encontraría.
una loca
Y
ya se sabe
que a las locas
no se las debe escuchar,
ni hacer caso,
por eso, porque están locas.
Y
florecen de nuevo
las lágrimas
porque creo,
sinceramente,
que,
a tú lado necesitas,
una mujer que esté cuerda,
que
sepa ceñirse
a los tiempos establecidos,
a las normas marcadas,
a las barreras elevadas
por los demás
sin imponer
ninguna cortapisa.

Photo by  Noell Oszvald

"NADA" (M.A.M.)

Y
nuevamente
vuelvo a sentirme
nada.
Siempre
lo
consiguen.
Siempre
ganan
la batalla.
Y
sus voces
resuenan
en mi cabeza,
con fuerza.
No hay cabida
para nada más.
Es ya demasiado
tiempo
siendo nada.
Toda una vida.
Y
ya no puedo
más.
Y
mi estómago
se agranda,
alimentado
por la angustia
y
se une a mi garganta
y
no puedo respirar,
ni tan siquiera gritar.
Solo quiero dormir,
para no pensar
que soy nada,
que si desapareciese
hoy
no ocurriría nada
porque nada soy
y
la nada no es necesaria,
la nada molesta,
la nada incordia,
la nada enturbia
y
yo jamás he aprendido
a ser todo,
ni tan siquiera algo,
tan solo soy nada
y
ya estoy cansada.

Photo by Noell Oszvald  

sábado, 19 de noviembre de 2016

"UNA RECIÉN LLEGADA" (M.A.M.)

Yo soy,
tan solo.
una recién llegada.
Nuestros ojos
se miraron
y
hablaron
una única vez.
Nuestras manos
bailaron ese día,
una tarde lluviosa,
sobre la mesa
de un bar.
Nuestros cuerpos,
al principio tensos,
fueron relajándose,
con el paso de las horas,
pero quedaron sin conocerse.
Juntos paseamos,
con prisa
para no mojarnos.
A penas
pudimos apreciar
el contorno
de nuestros cuerpos.
Desconozco
el olor de tu cuello,
la suavidad de tu piel,
el color de tu espalda,
el dibujo de tus brazos,
la silueta de tus piernas,
el sabor de tu hogar.
Yo soy,
tan solo,
una recién llegada.
Por eso,
no soy nadie
para pedirte
nada,
para rogarte
algo,
para reclamar
tu atención.
Tú estás rodeado
de
totalidades,
plagado
de
integridades,
estás
completo,
entero,
colmado.
Yo soy,
tan solo
una recién llegada
a una vida,
la tuya,
demasiado
hecha
para que
yo
tenga cabida
en ella

"ESTOY CANSADA" (M.A.M.)

Me siento pequeña,
menos
que
nada.
insignificante,
carente de sentido,
privada de dignidad,
desnuda de importancia,
Y
estoy cansada,
muy cansada.
Toda una vida
luchando
por ser feliz
y
tan solo puedo recordar
algún segundo
de risa sincera.
Y
estoy cansada,
muy cansada.
Y
deseo desaparecer
porque
estoy harta
de soñar
sueños
que
jamás se cumplen.
Harta
de luchar
en batallas
que siempre
pierdo.
Harta
de sentirme
sola
en una soledad
tan solo habitada
por monstruos
siempre en alerta
para devorarme.
Harta
de este constante
frío
que me acecha,
de esta angustia
que
habita en mi estómago
y
asciende hasta mi garganta.
Harta
de un amor
que
sueño
y porque sueño
no existe
y me abofetea
mofándose de mí;
de una libertad
que
es quimera
porque estoy encadenada
con grilletes
que
impiden cualquier
movimiento.
Y estoy cansada,
muy cansada
de
mis continuas derrotas,
de
mis constantes fracasos,
de
mis persistentes caídas.
Y
ya no tengo fuerza
porque
estoy cansada
muy cansada
y
ya no tengo ganas
de continuar.

Photo by Luciana Urtiga






"DERROTA" (M.A.M.)



La angustia me puede,
me somete
y
me domina.

El miedo me atenaza,
me reprime
y
me sojuzga.

La tristeza me conquista,
me reduce
y
me subyuga.

Mi mente no aguanta más,
mi cuerpo ya no obedece
y
yo, en medio,
soy simplemente nada.

Estoy sola
y
abandonada,
en mitad de una nada
que 
me acoge
como parte de esa nada

No sé cómo acabar con el dolor,
sino es 
con más dolor añadido,
que
consigue mitigar,
el dolor ya sentido.

Pero, ¿cómo dañar a alguien que es nada,
que es vacío
y
es derrota ya vencida?.

Solo puedo castigarme
con heridas en mi carne,
heridas 
que no se ven,
porque 
yo
ya no soy nadie.

Photo by Noell Oszvald

"YO ESTOY LOCA" (M.A.M.)

Me ahogo.
No sé
que
terrible error
he debido cometer
en mi pasado.
Lo desconozco.
Mi estómago
está 
a punto de salir
por mi garganta.
He amado
pero
nunca
he recibido amor.
Tal vez,
mi equivocación
haya sido
amar
demasiado,
en exceso,
con vehemencia,
desnudándome entera
y
así demostrar que soy sincera.
Y esa forma de amar
asusta.
Nadie quiere entregarse,
renunciar
a lo que ya tiene,
vendarse a los ojos
y
tirarse al vacío.
Pero,
yo estoy loca.
Para mí no tiene valor
una casa,
una cuenta corriente,
un regalo
que
hay que pagar con dinero.
Pero, recordad,
yo
estoy
loca.
Solo le doy valor
a las muestras de amor
que
no cuestan nada
que
son gratis.
Un millón de besos,
un despertarse juntos,
desnudos,
tras habernos visitado,
unas risas a destiempo,
una mirada limpia,
una mano cálida,
un abrazo que cobija.
Pero, recordad.
Yo
estoy
loca.

Photo by Anton K.


viernes, 18 de noviembre de 2016

"MI ESENCiA" ( M.A.M.)

Hoy han vuelto.
Esos
que
habitan en mi cabeza,
mis monstruos,
y me hablan
y me dicen 
que 
valgo menos que nada.
Esos que por las noches,
me estiran,
como si mis extremidades
fuesen de goma
y
con ellas,
envuelven mi cuerpo
que
se convierte
en un engendro
sin forma,
ni contexto.
Pero ahí dentro,
hay alguien que,
que,
como siempre,
tiembla y tiene frío.
Hay alguien que ama.
El amor sería mi redención,
pero el amor me está vetado.
De ello se encargan mis monstruos,
eso que me quieren a su merced,
y que consiguen meterme
en pequeños frascos de cristal
para destaparlos cuándo quieran
Y así
oler mi esencia.


"ROZAR EL ALMA" (M. A. M.)

Nos cruzamos, 
nos miramos y
ya sabía que serías tú
aquel que rozaría mi alma

No hicieron falta nombres
y, mucho menos, palabras.
Me aproximaste a tu pecho
y supe que era mi casa.

Tus ojos me sonrieron,
tus dedos me recorrieron,
tus manos me acompañaron y
tus palabras me refugiaron.

Dulces caricias y
besos alados,
recorrieron mi espalda hasta
resguardarse en mi nuca.

Me acogiste en un abrazo.
Tus piernas me cobijaron.
Tus labios me susurraron
"yo sabré rozarte el alma".

Photo by Ive Freya

"SIEMPRE SERÉ LA EXTRAÑA" ( M.A,M.)

Sabía
que
no podía ser cierto.
Hubiese sido la primera vez
en la que todo iba perfecto.
Pero,
la suerte
nunca ha sido 
mi amiga. 
A veces, tengo la sensación
de ser perseguida
por alguien
que
impide mi felicidad.
Esta vez es una hija.
Una hija
que 
amenaza.
Y yo,
no sé si tengo fuerzas
para luchar.
Moralmente, ya me siento 
derrotada.
Además creo
que
no me ampara ningún derecho.
Una hija es sangre de su sangre
y yo
una simple y estúpida recién llegada.
No puedo darle a elegir,
no soy nadie para hacerlo.
Solo sé que,
desde esta mañana 
no he dejado de llorar
porque
sé que algo se ha roto.
Puedo luchar contra
jornadas mararatonianas de trabajo,
con una total falta de tiempo
pero,
no con en el desprecio de una hija,
porque he sido hija
y he adorado a mi padre
siempre seré la extraña,
la vil, 
la malvada.
Y jamás pondría en la tesitura de elegir
al hombre
que amo.

Photo by Steven Miesel

jueves, 17 de noviembre de 2016

"DESTINO" (M.A.M.)

La vida
no espera.
La vida
sigue
sus pasos.
Tú y yo
nos conocemos
poco,
pero
nos sabemos mucho.
Hace unos días
me dijiste
que
por qué
no nos hubiésemos
cruzado antes
y
¿sabes qué?,
creo en el destino.
Pienso
que, tal vez,
nuestras manos
debían encontrarse
cuando
nuestras bocas
ya tenían cicatrices,
únicamente
para
experimentar,
con toda su magia,
lo que ahora 
estamos viviendo.
Porque
el primer amor
no siempre
conserva el orden.
Porque
el primer amor
puede ser también
el último
y eso es,
simplemente
maravilloso.

Photo by Laura Makabresku


"TRES AÑOS" (M.A.M.)

Tres años.
Tres años
junto 
a ti.
Ahora 
me pregunto
por qué.
Ahora
pienso cómo.
Cómo
conviví con el dolor,
la humillación,
los gritos.
Y
cuándo.
Cuándo
traspaste la frontera
de mi dignidad,
en esos momentos
en los que
yo
para ti
era menos que nada,
como tú decías,
una muerta
en vida,
alguien
sin derecho
a ser querida,
una loca
que 
robaba tu energía.
En febrero te vi
por última vez.
Fue entonces
cuando entendí
que
sí, te ame,
pero más te temí
y
que,
si algo me aterrorizaba,
era
que me dejaras
porque 
tú me hiciste creer
que sin ti
yo
no era nada.
Otra de tus mentiras.
Tres años creyéndote
y
a ahora
que sola,
lejos de ti,
soy mucho más
fuerte
que
tú,
porque 
yo jamás necesitaré
de alguien
a quién
herir con saña
para sentirme 
completa,
para sentirme
mujer.

Poto by Ami Judd

miércoles, 16 de noviembre de 2016

"ÁMAME COMO YO AMO" ( M.A.M.)

Si quieres amarme, ámame,
sin recelos, sin velos, ni cortapisas.
Ámame porque te espero,
desde el preciso momento
en el que dijiste que me amabas

No quiero un amor tibio,
un es pero no es,
una línea fragmentada,
un quiero pero no puedo,
un deseo que solo esconde displicencia

Si quieres amarme, ámame,
si quieres besarme, bésame,
si quieres tomarme, tómame
pero, por favor, no lo hagas con desgana,
por rutina, por costumbre o añoranza.

Deja a un lado la pereza,
abandona la desidia,
olvida la cautela,
deshaz prevenciones y miedos,
entrégate en cuerpo y alma.

No soy mujer ambiciosa, 
de escondites, ni secretos.
Soy mujer de extremos.
No sé amar poco,
menos aún a medias.
Amo con entrega y pasión o no amo.

Me entrego tal como soy,
sin dobleces, ni secretos,
transparente como un cristal.
Por eso te ruego que, si deseas amarme,
ámame como si fuese la última mujer amada.


"ÁMAME COMO YO AMO" ( M.A.M.)

Si quieres amarme, ámame,
sin recelos, sin velos, ni cortapisas.
Ámame porque te espero,
desde el preciso momento
en el que dijiste que me amabas

No quiero un amor tibio,
un es pero no es,
una línea fragmentada,
un quiero pero no puedo,
un deseo que solo esconde displicencia

Si quieres amarme, ámame,
si quieres besarme, bésame,
si quieres tomarme, tómame
pero, por favor, no lo hagas con desgana,
por rutina, por costumbre o añoranza.

Deja a un lado la pereza,
abandona la desidia,
olvida la cautela,
deshaz prevenciones y miedos,
entrégate en cuerpo y alma.

No soy mujer ambiciosa, 
de escondites, ni secretos.
Soy mujer de extremos.
No sé amar poco,
menos aún a medias.
Amo con entrega y pasión o no amo.

Me entrego tal como soy,
sin dobleces, ni secretos,
transparente como un cristal.
Por eso te ruego que, si deseas amarme,
ámame como si fuese la última mujer amada.


"DIGNIDAD" (M.A.M.)


Allí estaba,
Pequeña,
dulce,
sola, abandonada.
Con una larga trenza,
blanca como su bata,
recostada
en su regazo
Tumbada en una camilla.
Arrinconada.
Su delgadísimo cuerpo,
cubierto
con una casi transparente piel
tenía frío.
Sus grandes ojos azules,
aún iluminaban
un rostro
que
debió ser muy hermoso.
Me llamó.
"Por favor, ¿puedes acercarte?".
Apenas tenía voz,
se la habían robado
la soledad,
el miedo,
la camilla,
el desconcierto.
"¿Sabes por qué estoy aquí?.
No sé cómo he llegado."
Le sonreí, acariciándole la mano.
Me acerqué a una enfermera.
"¿Es usted familiar directo?".
"No, pero esta muerta de miedo".
"¿Y qué quiere que haga yo?.
Está a la espera de una analítica
y
un escáner.
Tirar el dinero.
Tiene más de noventa vaños
y
ni tan siquiera recuerda
quién es.
La encontramos
en la calle,
envuelta entre cartones."
"A partir de ahora es mi abuela.
Huyó de su casa
porque
ansiaba ser libre.
Deseaba escribir sin miedo,
leer a borbotones,
amar sin cortapisas,
exprimir la vida
consciente de que solo tenemos una."
"Lo siento,
acaban de notificar su fallecimiento."
A pesar
de haber hablado con ella
apenas un minuto
lloré
de pena
y
de rabia.





martes, 15 de noviembre de 2016

"AYER LLORÉ" (M.A.M.)

No es cierto
que
el tiempo todo lo borra.
Tampoco lo es
que
el tiempo todo lo cura.
Los recuerdos
quedan 
guardados
para siempre,
repartidos
sin orden,
no concierto.
Yo he encontrado
sonrisas
enredadas
en mi pelo,
miradas
acumuladas
en una esquina
de mi espalda,
palabras
escondidas, sigilosas,
en las palmas de mis manos,
entre mis dedos.
Ayer leí poemas
escritos hace un año.
Puedo rememorar
algunos de los momentos
que
me llevaron
a vomitarlos.
Vivía aterrorizada.
Solo escribir me salvaba.
Pero,
al enfrentarme a ellos,
volvió
de bruces,
bruscamente,
un pasado
que yo creía olvidado. 
Tres años de dolor,
tres años de amor y miedo,
tres años de humillaciones,
de miradas retorcidas,
de abrazos esquivos,
de insultos,
de gritos
y, lo peor,
de pánico a que me dejase.
Ayer, lloré al leer esos versos.
Lloré de rabia,
de indignación
y lloré por el tiempo perdido
junto a un hombre
que me despreciaba
y al que yo,
estúpida,
amaba.
El tiempo no cura,
el tiempo no borra,
el tiempo permite
marcar distancia
y
cerrar círculos
infranqueables
para determinadas personas,
como ese del que hablo,
aunque no olvide
su mirada
ni su gesto,
con las manos levantadas,
amenazantes frente a mí,
gritándome ¡Basta!,
ante cualquier nimiedad
que le molestara.
Siempre conservaré
una cicatriz 
en mi corazón,
mi dignidad
y
mi alma.

Photo by Alyssa Monks



"YA NO" (M. A. M.)

Y ahí estás, frente a mí, expectante. Y aquí estoy, frente a ti, atiborrada de experiencias que me impiden avanzar. Debería dejarme llevar, ...