camino serena.
Recorro el camino
que
ahora inicio
sin barreras,
sin trincheras,
sin fronteras,
sin ti.
Ya no necesito
tu guía,
tu mando,
tu presencia.
Me he desnudado
de tu sarcasmo,
de tus palabras hirientes,
de tus manos desangeladas,
de tu cuerpo pesado
por ese fardo de egoísmo
que llevas
sobre tu espalda.
Me arrastraste
hasta el fondo
pero
no lograste aquello
que
con tanto anhelo pretendías,
convertirme en tu muñeca,
sin alma,
corazón,
ni vida.
Camino del lodazal
salió a mi encuentro una rosa
que me dijo, pausada,
"No permitas que nadie
arranque tus espinas,
si lo haces renunciarás
a tu esencia,
a tu belleza sin límites
y
a tu propia defensa".
Fue entonces cuando salí
a tu encuentro
y
te hice frente.
Tú esperabas a una mujer débil
y
encontraste una rosa fuerte
y
engalanada.
Por primera vez te rendiste
y
dándome la espalda
diste la batalla por perdida.
Aquella rosa
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