Me miraste,
sonreíste y
no huíste,
a pesar de mis rarezas,
a pesar de esta extraña manía
de pensar a todas horas.
Te quedaste,
sabiendo que siempre tengo frío,
que me dan miedo las estrellas,
que me angustia la nada que nos rodea.
Sigues aquí,
aunque no posea libertad para volar,
aunque, a veces, me devore la tristeza y
la locura transite, libremente, por mi cabeza.
Me besaste,
y en ese beso residía
curación para mis heridas,
redención para mis pecados y
más lascivia que en la totalidad de besos
que había recibido antes de
que me hubieses mirado,
sonreído y
decidido quedarte
a mi lado.
Han pasado, tan solo,
trece días.
Fotografía Benoit Courti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario