las espinas de tus desprecios,
espinas dispuestas a lo largo de mi cuerpo.
Duele, no voy a mentir,
pero es un dolor que libera.
He conseguido romper
el candado de la caja donde habías guardado
mi mente, mi corazón y mi boca.
He sangrado, no lo niego, pero ahora
vuelvo a ser dueña de lo que pienso, siento y hablo.
He tenido el valor de alzar mi voz sobre la tuya,
cansada de tus gritos, que no palabras,
hastiada de ser considerada menos que nada,
agotada de sentirme anulada, haciéndome creer que
yo sin ti no era nada.
Inicio un camino nuevo, sin nadie que marque mis pasos,
salvo mis pies y mis piernas,
mis ojos y mi escasa orientación.
Si he de volver a equivocarme,
desandaré lo andado, pero sola, sin ti a mi lado.
Fotografía de Mark Harles
No hay comentarios:
Publicar un comentario