Me siento desnuda.
Tengo frío, sin embargo estoy vestida pero
me he sentido obligada a dejar al descubierto
mi alma, mi mente, mi corazón.
Me he sumergido en un baño de agua casi hirviendo.
Me ha costado entrar de lo caliente que estaba. He permanecido dentro hasta que mi piel
se ha arrugado como la de un anciano. Sin embargo, sigo teniendo frío, no en mi cuerpo,
si no en mi mente, mi corazón y me alma
Mis brazos están cubiertos por un grueso jersey,
pies piernas por unos leotardos de lana,
mis pies llevan unos cálidos calcetines pero,
me sigo sintiéndome desnuda y aterida de frío.
Me he metido en la cama cubierta con mil mantas que
cubren mi cuerpo, sin dejar un resquicio al aire.
Abrazo mis piernas con mis brazos, cubro mi cabeza con las mantas,
en un intento desesperado de abandonar esta terrible sensación de desnudez y frío.
Esta mañana me dijiste que ya no podías más. que te ahogaba, que necesitabas respirar
¡Qué te quería demasiado!. Que no necesitabas tanto pues tu no sabías entregarte de la misma forma
No sé querer de otra manera, te respondí. No sé querer un poco, tampoco sé medir mi querer, solo sé que quiero como mi corazón me dicta y, justo en ese instante, estalló en mi pecho, rompiéndose en mil pedazos.
Me reprochaste que me entrego demasiado y, que al hacerlo, te obligo a responderme en la misma medida, algo que no sabes, algo para lo que no estás preparado.
Si amo me entrego, te respondí entre sollozos, no me causa ningún esfuerzo. Por supuesto que
me gustaría recibir de ti misma entrega. Al negarme esa posibilidad, mi alma se quebró por la mitad, sin posibilidad alguna de unión.
Me recriminaste que a mi amor le falta cordura. Que no es un amor sereno, un amor cauto.
Que era más bien un amor irracional, movido por impulsos irreflexivos. Me censuraste que
no supiese amar un poco más con la cabeza y menos con el corazón, incluso me dijiste que era sencillo, si me lo proponía, que tú podías hacerlo sin esfuerzo. En ese momento, fue mi corazón el que explotó hasta desaparecer en minúsculos añicos.
Ahora soy solo una mujer desnuda de mente, corazón y alma, rotos los tres por tus reproches o, quizás, por tu propia incapacidad de amar sin medida, sin censura, guiado por el corazón y no por la cabeza, de entregarte sin pensar en consecuencias racionales, dejándote llevar por una vez en tu vida por la locura.
Me siento desnuda y tengo frío.
Un frío que me carcome las entrañas, que no se pasa con mantas.
Has destrozado mi corazón, mi mente, mi alma, los tres pilares que me sustentaban,
me daban fuerzas para seguir, razones para vivir, que vestían mi interior y, sobre todo,
calentaban con amor el ser íntimo de mi cuerpo.
