rodeada de vacío,
un vacío que no es nada.
El tiempo es relativo.
En el vacío se ralentiza pero
en la nada no hay tiempo.
Simplemente soy nada,
en un mundo de nada,
donde nada ocurre, donde nada pasa.
Hace mucho tiempo, casi en otra vida,
un amigo me pidió que imaginase vivir en una naranja y,
¿qué hay alrededor, fuera de su corteza?, la nada más absoluta.
En ocasiones, en cambio, mi propia existencia me pesa.
La nada ha desaparecido y ha dado paso a una enorme carga
que dobla mi espalda y aniquila mi espíritu.
En esos momentos, no me siento parte de un todo,
tampoco de la nada.
Es mi propia existencia lo que define mi esencia.
Si existo es porque pienso, aunque ese pensar me mate.
Sin embargo, el pensamiento me hace libre y
sin libertad no hay una verdadera existencia.
Pero, aunque el pensar me mate y por eso, tal vez, me libere,
antes de morir, me enloquece. Mientras, en la nada, nada ocurre,
nada pienso, soy nada rodeada de vacío y de nada.
Soy una minúscula persona dominada por dos fuerzas
frente a frente: la nada y mi propia existencia.
La nada me libera, la existencia me aplasta.
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